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Alma y Piel

Inspiraciones

Un día contigo

<center>Un día contigo</center> Viernes, un día como cualquier otro, uno de tantos que pasan y pasan, sin avisar que se roban un poco de nuestra vida. Y yo aquí, de nuevo, partiendo temprano para los días de antes, y tarde para los de ahora… como el de hoy, en que las ganas de verte, son mas que las de observar cómo el mundo se mueve allá por afuera.

Llueve, camino bajo la lluvia y creo también, regresaré de la mano de ella… no te lo dije antes de partir… ¿no?.... creo que no lo hice…

En las calles todo se ve como siempre que el sol se baña bajo las nubes, igual… los mismos rostros, las mismas cosas…

Los corredores de la facultad vacíos, fríos, callados, mojados, nada acogedores para los momentos en los que el corazón se siente igual de frío y necesita sentir calor, pero muy amistosos para la melancolía que está sentada al lado esperando la oportunidad para acompañarnos.

Camino un rato por ellos, respirando profundo, tocando alguna gota que se deja caer desde las ramas de los árboles que adornan los caminos de tierra entre edificios. Pienso en ti, como siempre… y sigo mi camino… con los pies bañados marcando el paso en las graderías, con pocas ganas de escuchar las bromas plásticas y vacías de los compañeros. Me detengo un rato a observarlos, me parecen tan superficiales… que me hacen sentir extraña, sentada a lo lejos,… Y me digo, será la edad, ¡seguro!… aunque en el fondo no termino de convencerme, me veo a su lado con escasos años de diferencia. Aparece el catedrático interrumpiendo mis ideas… se le percibe con pocos ánimos de impartir la clase, tanto como tenemos nosotros de recibirla….

Termina la charla entre los bostezos de unos que parecen dormir más que vivir, las risas de otros felices porque terminó su incordio semanal, y las caras arrugadas de los que se quejan de la lluvia por arruinar los planes de fiesta y bebidas de los viernes por la tarde.

Sigo mi camino, sola, sin deseos de encontrar a nadie… aguardo el bus en la estación mal ubicada que han dejado en un lugar sin techo, espero… y sigo esperando que pasen todos los números, ¡menos el que me lleva!. –Se volvió algo de todos los días-. Pasa un rato, a lo lejos diviso el mío, vacío… un solo pasajero sentado en la parte de atrás acompaña al chofer y al ayudante… dudo en subir, pero me quiebro con el frío, el pelo gotea tanto que deja caer el mar entero entre mis ropas, tan pesadas que parecen tener alguna fuerza magnética que las atrae hacia la tierra.

Me siento del lado derecho, pegada a la ventana que no deja ver nada, empañada por el calor de los cuerpos y el motor, que se encuentran con el clima que afuera aguarda poco cariñoso. Y sigo pensando en ti… en dónde estarás en ese momento, qué harás, qué palabras dirás y quién te escuchará… quién te ve, quién te toca… quién acaricia tus pasos con sus ojos cuando te alejas… incluso, pienso que no faltara quien te roce las manos a escondidas sin quererlo, sin saber que yo con las mías vacías, me muero por tener el calor de tu piel entre mis huellas y de tus labios sobre mi pecho ardiente que se quema sin tener tu sed para apagarlo.

Los minutos pasan lentos, en el camino aborda mas gente, y mas, y mas gente, hasta que el lugar tranquilo y espacioso, se transforma en un sauna formado por paredes y vapores de cuerpos vivos y pensantes. Llega mi hora de bajar, sigue lloviendo –pero qué importa si traigo la lluvia encima desde siempre- me dirijo a la salida, entre sonrisas cortadas por las caras rígidas, y tropezones con pies torpes que se cruzan por el camino… salgo, logro pasar ilesa por el pequeño tramo, que puede - si no soy audaz- hacerme viajar muchos kilómetros más, aun sin yo quererlo.

Pongo un pie, luego el otro sobre el asfalto humeante, y mis ojos sobre el auto que transita en la calle que debo seguir, mientras mi mente sigue en el lugar que tú ya sabes –pensando en ti, siempre en ti-. Así, sin darme cuenta, me veo sumergida en la colonia vecina que me sirve de pasadizo para alcanzar mi destino. “Ciudad de plata” así se llama esa colonia de paredes pequeñas… y vaya que no está lejos de serlo, no esta lejos tampoco de ser un cuento... de ser un paraíso que une diminutos jardines mágicos, con la cálida sonrisa de sus residentes que parecen haberme tomado cariño de tanto verme, y que me acogen con candidez aun antes de llegar hasta el lugar al que arribo con tantas ansias.

Sonrío, saludo, cruzo algunas palabras con la gente del camino y sigo directo al puente alto que comunica mi “villa linda” con esa ciudad vegetal y pintoresca, despidiendome a lo lejos, con los rostros de estos personajes que me han acompañado en el mismo recorrido desde mi niñez, y de paso saludo al sol que se me acerca sonriente con los primeros rayos coloridos que cruzan el cielo con el arcoiris.

Los autos parecen tensos, seguro que lo están, no debe ser fácil llevar encima a estas personas con mala cara, enfadadas y gritando sin razón aparente. Pero los autos al final de cuentas no me importan, porque cada vez que me acerco mas, siento menos lo de afuera, el mundo exterior se pierde en un palpitar interno que se intensifica a cada paso, a cada segundo que siento esta necesidad de estar en ti, necesidad que me come y me digiere, que me abraza y me acaricia, que me muerde y me enloquece, al punto de hacerme caminar los últimos minutos sin sentirlos, sin ver a nadie, sin siquiera responder las buenas intenciones que me lanzan como flores los vecinos que me salen al camino.

Llego a casa, por fin, así, entre nubes con soles danzantes, con el cuerpo todavía goteante, y me apresuro a sacar de mi mochila el llavero que guarda esa sonrisa que me abrirá las puertas a tus brazos, a tus caricias que me esperan sentadas en la alcoba para recoger mis sabores del día. Abro la puerta, entro en silencio, ansiosa por verte, por saberte tan mío como nunca nadie… como nunca de nadie… y…

Es tarde, me he retrasado algunos minutos… te busco en el lugar de siempre y no estas, ¡vaya! cuántas ganas tenía de verte, -me digo entre reproches- . Recojo mis pasos y los uno a mi sonrisa triste, esa que tan bien sabes distinguir, y camino hasta mi habitación, en la que me detengo a escribirte esta nota, mientras me seco el cabello que aún huele al mango y pera de la crema para peinar, y cambio las prendas blancas húmedas, por otras negras y secas, esas mismas que sostendrás en tus manos al leerme, con las que te esperaré cada tarde, cada madrugada, cada aliento del nuevo sol, cada suspiro de las viejas lunas… extensa, desnuda de piel y sentidos. En ese espacio que, si la vida nos deja, será nuestra cuna y sepultura, porque nos verá nacer y morir, engendrando el amor en el mismo seno, bebiendo la vida desde la misma copa de humedad inquieta, y tejiendo ese mundo secreto que será arraigado, ya sea ....sobre la tierra que pisan mis pies, o sobre las calles de piedra por donde, en estos momentos, a pesar de mis ganas de tenerte aquí, caminas ahora lejos de mis manos y mis ojos, pero guardado eternamente como un tatuaje de sangre y aceite sobre mi alma.

Te lo digo desnudos…

<center>Te lo digo desnudos…</center> Te lo digo desnudos…
Así como nacimos, así como la magia nos sembró en la tierra que humeó nuestros caminos, y manejó nuestros aires besando sus distintos tiempos y destinos.

Así, desnudos, como la noche que se desviste de recuerdos dejando su pupila azul excelsa, para que la mire la brisa, mientras me trae el eco de tus pasos sobre mis lunas sin prisa.

Te lo digo desnudos..
Dejando al aire este cuerpo que se esculpió un día, el mismo día en que el sol se acostó sobre mis sienes y se volvió cabellera galopando hasta tus llanuras verdes, coloridas…
El mismo día en que los rebaños domados, me pintaron la piel de leche y la aderezaron con la sal del sudor que nace de su rebelde frente.

Así te lo digo, desnudos, como el vuelo de esa golondrina, que en el libro viejo de las memorias recién nacidas, fecundo lentamente con su hambre una polilla.
Así como el mapa de mi cuerpo del que conoces ya toda geografía, el que recorres con el agua sin encontrar salida, el que peinas con tus letras hasta escudriñar heridas.

Te lo digo desnudos..
Con el olor de mis prados y mis laderas crecidas, con esta voz que brota gritando de los secretos más rígidos, sonantes profecías… con el fuego ancho que se desliza por las orillas curvadas de mis volcanes de fruta, con el canto salvaje del arroyo que se duerme en la cintura campesina del azúcar.

Así te lo digo, desnudos…
Dejando que las notas se amen en la floresta de nuestros ojos, que se bañen en el roció de nuestras palabras, que se fundan en las cuerdas de mi garganta al atrapar el aire que me regala la musica de tu patria palpitante, caminante bravía.

Te lo digo desnudos…
De pasados y futuros vencidos, de juramentos y promesas torcidas, de fantasmas y ángeles perdidos, de mentiras y verdades podridas, de ropas y disfraces tejidos…
Desnudos de cuerpos sin calor ni frío..

Si, te lo digo desnudos…
Porque sé que un día me ha de reclamar la sangre, el no poder hablar de las líneas que recorren tu carne, el no poder dibujar los andes que se erigen en tu cuerpo sin alardes, el no poder entonar los cantos que tus cicatrices me guardan, el no poder contar las historias que tu piel me marca.

Por eso, te lo digo así, desnudos… para que la muerte ufana no me burle un día, y habiéndole quitado el tacto a mi vista… pueda decir que no te conozco, porque ese día se liberaran mis manos de su cárcel raída, para decirle que no necesito ojos para saber que eres tu el que me acompaña y me fecunda la vida.

Una carta mas….

<center>Una carta mas…. </center> Es curioso como las palabras fluyen, como se deslizan como manta de viento entre mis sienes, como se dibujan en mi mente como estatuas erectas, que transitan descalzas por las avenidas ingenuas de mis pensamientos, esos que duermen acunados por tu sueño y escritos por tu letra.

Regrese como siempre, o como nunca quizás lo haya hecho, porque sé….que tu me conoces, que conoces de mi afán por dibujar la vida aunque a veces me canse de colorearla, de mi afán por encontrarte aunque por momentos pueda decir que nunca te he buscado. Porque sabes de mis caricias que solo logran tocarte en la distancia de lo inexistente, de lo etéreo del mundo real de mis recuerdos futuros.

Porque me ves desde lejos, porque sabes verme mientras este calor no es garantía de que no me este helando los huesos, mientras las sonrisas no son augurio del circo que debería estar danzando en mis entrañas…. mientras el reloj me hace presa de sus pasos, de su ritmo seco y pernicioso, y mientras mis ideas se adormecen en la cuna de su canto, en las curvas de sus letras… en el ritmo de sus cuerdas de cobre campanario.

¡Oh! ¡Extraño compañero inseparable! ¿Como me explicas que ni siguiendo sus pasos que siempre ven hacia delante… logre acercarme a ti para besar tu camino y cortar tu tiempo?

¿Es que acaso debo caminar en dirección contraria para poder mirarte? Quizás si dirijo mis pies sobre los caminos deformes de lo que nunca fue, logre encontrar esa porción del tiempo en la que la vida se confundió y nos engendro en la tierra de distinta madre, en la que la naturaleza alfarera nos forjo en distintos mundos, en la que la pluma austera te pinto día, y a mi me pinto noche.

Quizás me perdí en la abundancia de mis deseos, en la impredecible fuerza que sostiene mi frente, mientras mi razón se agobia buscándote de espaldas a mis raíces, o mientras mi letargo se vuelve el mediocre mejor amigo de la conformidad.

Sé que te espere abrazando la nostalgia de mi cuerpo y no te vi…
No te encontré en ninguno de los rincones de mi sangre..
Ni tampoco lo hice en las cicatrices de mi vientre…
Ni en las lagrimas de mi feminidad…
Ni en el sudor de mi sexo..
Ni en el calor de mi piel silvestre y obrera…

Ni siquiera en el boceto de mi vida…
Ni en los murmullos de mis gritos..
Ni en la coexistencia de mi mujer y niña..
Ni en las agonías de mi esencia esparcida..

Y no lo hice tampoco en la retina de mi luna
Ni en los ojos de los troncos..
Ni en la profecía de las hojas caídas..
Ni en el enigma de las gotas de lluvia..

Más, ahora sé que debí buscarte en la fuente espesa de la vida, allí donde el amor brota azul de la flor del corazón… allí donde no puede nacer nunca rojo entre las piernas y los ojos.

Hacia allí correré algún día con la tarde, sujetada a la luz que se hace tenue en las fronteras de los sueños y la vida… allí donde los colores opuestos se funden para formar la armonía de lo inimaginable.

Aunque por el momento, sabes que sigo esperando…mas esta vez, ya no sé si te espero a ti, mi buen amor… o si me espero a mí, que he de llegar un día alzando la vista con los ojos reencarnados, y con el alma que renacerá triunfante, y desnuda de recuerdos desmesurados.

Una carta escrita en sueños

<center>Una carta escrita en sueños</center> Sé que no es tiempo aun de estar sentada frente a esta hoja haciéndole filo a mis dedos, ni mucho menos de desnudar mi alma, cuando aquí el frío me sigue viendo de reojo.
Sé que debí dejar pasar mucho tiempo antes de volver a ti para cantarte… se que mis cenizas blancas aun tienen muchos libros que empolvar y muchas historias que cubrir…

Pero mientras dormía, no se que cosa extraña me rozaba los silencios y me robaba el abrazo cómplice de mi almohada.

Al principio pensé que era el ave azul de mis días de sol, esa que se posa en mi ventana por las mañanas a endulzarme las tristezas, y pensé también en las sirenas que viven en las gotas que caen del cielo de mi árbol verde y amigo…

Pero no, no eran ellas….era algo que iba más allá o que me venias mas de acá… si! Porque en realidad no era algo tan ajeno a mi sueño… en realidad eran los fantasmas que se disfrazan de tu rostro para no dejarme olvidarte, cuando mi alma se disfraza entre mis sabanas de olvido..

Si, lo se! Ambos sabemos que eran ellos, porque son los únicos que logran con su beso, robarle el sabor a las caricias que se hacen mis parpados desnudos y fundidos, hasta despertar mi ser acunado en sus recuerdos..

Es cierto, mi cuerpo estaba cansado, pero las palabras que me brotan como hierbas en la tierra fértil de mi mente… se empeñaron en morderme las piernas, para hacerme correr hasta el lugar donde nuestros horizontes desconocidos se tocan sin saberlo…

Ahora, no se…pero no creo que ese lugar donde podamos vernos sea esta hoja de papel gastado y arrugado ya por tantas vidas que han tratado de florecer en el, y lavado por todas las lagrimas que han buscado en su sequedad, el consuelo para llenar su sed..

Mas..lo que si sè, es sentir el frío que se arropa entre mis cabellos y mis pechos.
Ese frío que tiene color a tardes húmedas y lejanas, vistas siempre desde balcones tan distintos..
Que tiene sabor a mañanas frías y distantes de ti, sentidas solo desde los huecos de mi boca inquieta…
Que tiene la textura de lo desconocido, de eso que no sé si he tocado ya, y sin querer lo he dejado partir… o de eso que aun naciéndome claro entre los dedos, no logro llegar a comprender…

Y puedo escribirte también de lo que me cuenta el viento mientras tejo para ti estas palabras, eso... aunque no escucharàs como caen las gotas del violín sobre los labios del piano que no se cansa de llorar, y aunque no sentirás los besos de la piel de los sentidos, sobre la intensidad del sonido que se escapa de sus cuerdas…

Claro, supongo tambien que en este punto te habrás dado cuenta ya, de como me pierdo entre las letras…. pero es que no sé si mientras mas me pierda yo, mas cerca estaré de encontrarte..

Y así, yo sigo aquí… cada día más sin saber donde estàs… y sigo juntando las horas para encontrarte en ese otro mundo… donde los sueños dejen de ser fantasmas sin rostro, y donde los rostros dejen de ser acertijos por descubrir.

Por el momento, sigo esperando….

Mis ángeles...

<center>Mis ángeles...</center> Y es que la dicha de haber crecido rodeada de ángeles me embarga de agradecimiento…
Y es que mi niña, mi mujer, mi vida, la que muchas veces jugaba en soledad, se vio acunada siempre en los calidos brazos de esos seres, que en lugar de tener cara de hombres perfectos como los pintan, han tenido cara de amigos, de fieles compañeros, de caricias de inigualable calidez y ternura..

De ángeles de carne y hueso, y cuyo cuerpo en lugar de estar cubierto de majestuosos linos celestiales, ha estado cubierto de sedoso pelo, de hermosas plumas, de brillantes escamas, y gruesas cerdas que cobijan el ser.

Y es que en mis recuerdos aun flotan sus caricias, sus abrazos, sus besos, su apoyo, su compañía, sus miradas compasivas y alentadoras, sus palabras salidas del alma… esas que aun sin hablar el mismo idioma que yo… siempre me lo dijeron todo.

¿Y como no llevarlos tan adentro?
Si mis lágrimas y mis temores siempre se vieron acompañados de la comprensiva presencia de alguno de ellos.

Si mis risas y alegrías las compartieron conmigo también, y fueron quienes arraigaron en mí… un amor que dichosamente se ha sabido alimentar no solo de los seres de mi misma especie.

Si aun recuerdo aquel primer ángel, que con cuerpo de roedor y vestido de blanco, me enseñó a mi corta edad… a amar mas allá, a ver la belleza de la vida y la fragilidad de esta, reflejada en sus pequeñas fauces… todo esto cuando mi pequeña cabeza aun no comprendía lo importante que era alimentar mi amor y hacerlo crecer.

Ese ángel que aquel buen hombre un día puso en mis manos, sin saber que mas que en ellas, estaba sembrando en todo mi ser... la capacidad para medir mis fuerzas, para sostenerlo con ternura y no oprimirlo para no asfixiarlo, cosa que me serviría en adelante durante el transcurso de mi existir.

Y que me enseño al igual, que por mas pequeño que sea un cuerpo… la vida esta en el, tan viva y tan llena de magia, como en cualquiera de nosotros. Y me ayudo a comprender que no solo yo existía… que debía interactuar con el mundo que me rodeaba y cuidar de el.

Y como olvidar a ese otro ángel que una noble mujer me obsequio con gran cariño, envuelto en una manta de colores vistosos, esos mismos que quedaron empañados con el brillo de mis ojos al verlo, y con la luz azul que me nació en el corazón al tenerlo en mis brazos.

Ese ángel que vestido de can, me acompaño desde mi corta niñez hasta mi adolescencia, que me vio caer y levantarme, que me vio sufrir y amar, que me vio perderme y encontrarme….

Ese ángel, que partió de mi presencia bañado de sangre y atrocidad, a manos de una persona inconsciente que le cegó la vida. Pero que antes de partir, dejo sembrada en mí la conciencia de la amistad y el compañerismo que no tiene barreras.

Que me enseño también, que nada es eterno, y que como ángeles que son, un día retomaran su vuelo, y viajaran hasta su mundo que no conoce mas maldad que la que nosotros hemos sembrado en ellos.

Que viajaran hasta ese mundo, pero que dejaran en nosotros parte de el ….para no dejar desnuda la caricia de su sinceridad en nuestra piel de sangre… y que como ellos, así lo harán todos los demás seres que he amado. Que volaran un día igual… pero que seguirán en mi corazón, como parte del mundo que ellos mismos ayudaron a edificar en mi, y que por lo mismo siempre formaran parte de el.

Como no recordarlos a todos y cada uno de ellos, como no recordar su calor que me acogía, sus miradas puras que aun vuelan en mi alma, como un abrigo para reconfortarme después de lastimarme con las miradas llenas de odio, frío y rencor de algunas personas que se hacen llamar humanas.

Como no amar los colores con que pintaron mi niñez, y que siguen pintando mi recorrido en esta vida.

Como no amar a los que estuvieron y a los que están, a los que vienen y a los que se irán… si han sido capaces de hacer brotar en mi un sentimiento tan grande, como lo es amar mas allá de los muros de la igualdad, y que me han ayudado a extender esta gran dicha que nos ha sido dada, que es el poder de no querernos solo a nosotros mismos.

Entonces…
¿Como no quererlos y cuidarlos? Si para mi…. aunque muchos no los vean así…. en realidad son ángeles pintados de inocencia e instintos, y que han sido encarnados delicadamente en el cuerpo de un animal.

La niña que me juega entre los ojos

<center><strong>La niña que me juega entre los ojos</strong></center> Ahora me pregunto que hacías escondida entre mis sabanas heridas, dormida entre mis cuentos sin rostros… danzando entre mis recuerdos acaecidos, esos… que en días como el de hoy te evocan tanto.

Creo que como todas las noches, tenías algo que decirme, algo que recordarme, algo que susurrarme detrás de los oídos dormidos… algo de esas historias que mientras duermo, tejes delicadamente con tus brazos de niña, para refugiar el frío de mi sombra convertida cada día, en un poco menos de ti.

Cuando desperté, pensé en ti… mientras mil imágenes se precipitaban como lagrimas desde las niñas de tus ojos, para mojar así la piel de mis tristezas… y si! es cierto que te vi con la mirada húmeda, pero mi corazón a su vez se alzaba en su ilusión, sonriendo.

Te recordé con cariño,
Con ese cariño que me inunda cada vez que camino nuevamente por las calles que recorriste, por los bosques que imaginaste, por los cielos en los que tantas veces intentaste volar..

Te recordé pequeña, enredada entre los árboles que le nacían de las manos a tu padre, jugando en los parques que le brotaban de los pies, abrazando a los niños que le cantaban entre los dedos, y perdida en el laberinto que se formaba en su cabello.

Imagino que es por eso que tenías la capacidad de esconderte en la inmensidad azul de tu diminuta cabeza soñadora, de introducirte en un retrato que nunca se pintaría mas, de volar sin alas entre las rejas de un libro… incluso llegaste muchas veces a sumergirte en la profundidad de una gota, buscando en ella la canción del mar…

Recuerdo que te gustaba andar descalza por los caminos de aquel mundo, tanto… que aun me haces sentir la tierra entre mis pasos caídos.
Supongo que con eso querías aprender a conocer con la piel, que era lo que tenías bajo tus pies… y no solo con los ojos, que aunque ven, no siempre logran comprender y mucho menos sentir…

Y la lluvia! te recuerdo bajo la lluvia, aun te veo sonriendo con el alma mojada, y con los sentimientos floreciendo. Caminado tranquila bajo las gotas que hidrataban tus ilusiones marchitas. Lavando con el dolor del cielo, la sangre que por los ojos te corría melancólica.

Si, lo se… era hermoso caminar sin destino entre las plantas frondosas de los jardines vecinos, perderse entre la milpa que solo dejaba ver el camino dibujado entre las nubes, bañarse en los ríos que contaban historias perdidas con las formas de sus rocas sobrepuestas…

Correr tras los caballos y volar sobre ellos. Cultivar las flores para deshojar algunas luego. Besar a tu perro, acariciar a tus aves… sentarte a oxigenar la inocencia en tus hamacas forjadas con hilos invisibles.

Te recuerdo así, y aun te veo así cuando mi mirada esquiva se queda estancada en la ternura de tus retratos sin enmarcar, en tu toque de inocencia dolida, en tus aires de niñez robada, pero bien sentida.

Aunque debo decirte, que siento contigo, que no todo fue bello y fabuloso, que recuerdo contigo las horas de soledad y de abandono, de incomprensión y de palabras rojas, de pérdidas y soledades injustificadas.

Que me se de memoria el miedo que sentiste al descubrir que el hombre a veces puede ser un animal, y que el animal, a veces puede ser mas que un amigo… puede ser incluso hasta un hermano.

Que se del dolor que te sembraron entre los brazos al dejarlos vacíos, del sabor amargo de la hiel que te hicieron tragar, de ese calor que se incrusta en la piel en los momentos de vergüenza.

Que se de las veces que tropezaste por correr tan deprisa, de las cicatrices profundas e invisibles que te quedaron impresas en el alma… de los llantos que te tragaste por miedo a que no fueran comprendidos..

Y mientras recuerdo todo esto, siento al escribirte que me duelen las manos, y es porque en el pecho me nacen unos brazos alados que se mueren por acariciarte y darte cariño, y del alma me brotan palabras que lo único que quisieran es decirte que todo estará bien… que no estas sola.

Por eso… me encantaría ahora regresar unos años en mi vida y jugar a vivirla contigo, incluso te ayudaría a desarmar las muñecas y a pintarle los ojos al caballo, a esconder las canicas y recoger las trampas que has dejado en el camino.

Te tomaría de la mano para que caminásemos juntas, mas no intentaría cambiar tu recorrido, porque se… que lo que has forjado en cada latido… algunas veces con dolor y otras con placer… es lo que aun te mantiene viva dentro de mi.

Solamente, me sentaría en el suelo junto a ti, dibujaría paisajes en la tierra seca, imaginaria otros mundos en las nubes espesas, andaría descalza y me dejaría el cabello al aire, correría sin saber a donde, me acostaría en el césped, me resbalaría sobre mis ilusiones, me treparía en los árboles, me deslizaría sobre el tiempo en los patines del ensueño, y nadaría desnuda en los charcos de mis calles de luna, sin miedo a sentir de cerca la mirada de la perversidad.

Jugaría con las princesas diminutas, y con los niños de azúcar, con el can que habla, y con el oso que no muerde. Haría de las enredaderas mis palacios, y de las espinas las armas para esgrimir mis sueños. Sería medico de hormigas y maestra de orugas. Dormiría de nuevo abrigando el dolor de un ave herida y acunado el frío de la desnudez de un ratón sin madre.

Me emocionaría al escuchar un cuento, al ver un juguete nuevo, al sentir el viento sobre mi cuerpo, al acariciar el abrazo de mi padre, al ver la sonrisa de mi madre, las alegrías risueñas de mis hermanos, al tener un cachorro nuevo, al escuchar la voz de mi pájaro amigo, la música de mi grillo cantor.

Ay! Cuantas cosas haría que dejé perdidas un día entre los párrafos secos de mis capítulos yertos…
Cuantas cosas volvería a hacer contigo… mi yo niña, mi yo pequeña, mi yo que hace algunos años quiso jugar a ser mujer, y sin quererlo… en el camino se perdió en el cuerpo de una que le escribe hoy.

Mi yo, esa pequeña niña que aun me juega entre los columpios de mis sueños, esa parte esencial de mi que cuando menos lo espero, regresa navegando en sus barquitos de papel por los ríos de mi sangre, mientras me sonríe detrás de la sombra, recordándome con sus ojos de luz, que quizás… aun soy mas ella… la niña que juega a ser mujer… y no la mujer que un día quiso dejar de ser niña.

Una carta no escrita...

<center><strong>Una carta no escrita...</strong></center> ¿Sabes? Hoy me sorprendí pensando en ti…
Aunque la verdad… creo que son mis soledades las que llevan años pensándote, y estos vacíos los que han visto pasar mis vidas, tratando de llenarse del recuerdo de ti… sin haberme hecho partícipe de ello…

Me senté en el sofá frente a mi ventana, mientras nuestras historias aun no escritas llovían sobre mis techos aun no barridos y llenos de terrosos recuerdos..
Quizás pensaba que con el agua que corría sobre sus ojos de cristal, se borraría un poco esta ausencia que has dejado sembrada en mí, o se regarían así las flores que prometiste serian un rayo de luz para mis sueños oscuros..

Pensé, pensé en todas esas palabras que me hablan de ti con tantas voces distintas… esas que nunca te he dicho al no haber encontrado una voz tan desconocida como la tuya, y las sople ilusionada, para dejarlas volar en tus vientos, o simplemente… para dejarlas sembradas como letras en tu pecho…

Sentí, sentí en las carencias el frío en tu lejanía, ese frío que me desintegra la razón al encontrarse con el calor de esos mundos mágicos que un día quise pintar para ti, y al saberme perdida en los caminos que yo misma dibujé para que viajáramos juntos.

No se, pero creo que las canciones gastadas que me aletean entre las yemas de los dedos al escribirte, no son mas que las huellas que dejamos impresas en esos caminos que nunca pisamos juntos… o mas bien, si así lo quieres… que nunca conocimos a pesar de haber caminado tantas veces por sus grietas, de la mano..

Debe ser por eso que la oscuridad de esta noche se me hace tan conocida, tan cercana al alma, como la humedad que siento en los ojos al pensar en tus silencios cada vez mas fáciles de escuchar en la distancia, cada vez menos difíciles de cortar con mi boca..

Si! creo que es por eso que hoy quise pensar en ti...
Porque te siento aquí, tan cerca…
Como si fueras el viento que se enreda entre mi pelo jugando con mis pensamientos..
Como si fueras el ruido de esos trenes que transitan por los laberintos de mi razón ansiosa…
Como si fueras la nada que me toca y que sin tener cuerpo me acaricia hasta besarme el alma..

Así! así de cerca te siento… aunque es extraño sentirte cerca cuando nunca te has sentado junto a mi, cuando nunca hemos bebido de la vida en la misma copa..
Cuando se que tus aves se desvelan ahora por otro cielo y se bañan en otras nubes… es mas…. estoy conciente de que quizás no han nacido aun, y si lo han hecho... me cuentan con sus cantos que no han aprendido todavía a volar hacia mi..

Ahora, me he quedado por un momento detenida en el paisaje de nuestros futuros, ese que alguien con mano invisible ha pintado sobre los muros de las ciudades que habitaremos un día…. y está descolorido, parece desgastado por el tiempo que aun no ha empezado a correr y carcomido por los dolores que aun no nos ha tocado vivir…

Mas debo decirte…
Que aunque cada vez más tenue vea la línea de tu vida dibujada sobre la pupila de mi muerte…
Y aunque cada vez mas frío sienta en el alma al saber que solo eres aire que me roza desde lejos…

Se que estas cerca, o al menos… que lo estarás en algún tiempo, o quizás… yendo mas lejos… en alguna futura vida.