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Alma y Piel

La niña que me juega entre los ojos

<center><strong>La niña que me juega entre los ojos</strong></center> Ahora me pregunto que hacías escondida entre mis sabanas heridas, dormida entre mis cuentos sin rostros… danzando entre mis recuerdos acaecidos, esos… que en días como el de hoy te evocan tanto.

Creo que como todas las noches, tenías algo que decirme, algo que recordarme, algo que susurrarme detrás de los oídos dormidos… algo de esas historias que mientras duermo, tejes delicadamente con tus brazos de niña, para refugiar el frío de mi sombra convertida cada día, en un poco menos de ti.

Cuando desperté, pensé en ti… mientras mil imágenes se precipitaban como lagrimas desde las niñas de tus ojos, para mojar así la piel de mis tristezas… y si! es cierto que te vi con la mirada húmeda, pero mi corazón a su vez se alzaba en su ilusión, sonriendo.

Te recordé con cariño,
Con ese cariño que me inunda cada vez que camino nuevamente por las calles que recorriste, por los bosques que imaginaste, por los cielos en los que tantas veces intentaste volar..

Te recordé pequeña, enredada entre los árboles que le nacían de las manos a tu padre, jugando en los parques que le brotaban de los pies, abrazando a los niños que le cantaban entre los dedos, y perdida en el laberinto que se formaba en su cabello.

Imagino que es por eso que tenías la capacidad de esconderte en la inmensidad azul de tu diminuta cabeza soñadora, de introducirte en un retrato que nunca se pintaría mas, de volar sin alas entre las rejas de un libro… incluso llegaste muchas veces a sumergirte en la profundidad de una gota, buscando en ella la canción del mar…

Recuerdo que te gustaba andar descalza por los caminos de aquel mundo, tanto… que aun me haces sentir la tierra entre mis pasos caídos.
Supongo que con eso querías aprender a conocer con la piel, que era lo que tenías bajo tus pies… y no solo con los ojos, que aunque ven, no siempre logran comprender y mucho menos sentir…

Y la lluvia! te recuerdo bajo la lluvia, aun te veo sonriendo con el alma mojada, y con los sentimientos floreciendo. Caminado tranquila bajo las gotas que hidrataban tus ilusiones marchitas. Lavando con el dolor del cielo, la sangre que por los ojos te corría melancólica.

Si, lo se… era hermoso caminar sin destino entre las plantas frondosas de los jardines vecinos, perderse entre la milpa que solo dejaba ver el camino dibujado entre las nubes, bañarse en los ríos que contaban historias perdidas con las formas de sus rocas sobrepuestas…

Correr tras los caballos y volar sobre ellos. Cultivar las flores para deshojar algunas luego. Besar a tu perro, acariciar a tus aves… sentarte a oxigenar la inocencia en tus hamacas forjadas con hilos invisibles.

Te recuerdo así, y aun te veo así cuando mi mirada esquiva se queda estancada en la ternura de tus retratos sin enmarcar, en tu toque de inocencia dolida, en tus aires de niñez robada, pero bien sentida.

Aunque debo decirte, que siento contigo, que no todo fue bello y fabuloso, que recuerdo contigo las horas de soledad y de abandono, de incomprensión y de palabras rojas, de pérdidas y soledades injustificadas.

Que me se de memoria el miedo que sentiste al descubrir que el hombre a veces puede ser un animal, y que el animal, a veces puede ser mas que un amigo… puede ser incluso hasta un hermano.

Que se del dolor que te sembraron entre los brazos al dejarlos vacíos, del sabor amargo de la hiel que te hicieron tragar, de ese calor que se incrusta en la piel en los momentos de vergüenza.

Que se de las veces que tropezaste por correr tan deprisa, de las cicatrices profundas e invisibles que te quedaron impresas en el alma… de los llantos que te tragaste por miedo a que no fueran comprendidos..

Y mientras recuerdo todo esto, siento al escribirte que me duelen las manos, y es porque en el pecho me nacen unos brazos alados que se mueren por acariciarte y darte cariño, y del alma me brotan palabras que lo único que quisieran es decirte que todo estará bien… que no estas sola.

Por eso… me encantaría ahora regresar unos años en mi vida y jugar a vivirla contigo, incluso te ayudaría a desarmar las muñecas y a pintarle los ojos al caballo, a esconder las canicas y recoger las trampas que has dejado en el camino.

Te tomaría de la mano para que caminásemos juntas, mas no intentaría cambiar tu recorrido, porque se… que lo que has forjado en cada latido… algunas veces con dolor y otras con placer… es lo que aun te mantiene viva dentro de mi.

Solamente, me sentaría en el suelo junto a ti, dibujaría paisajes en la tierra seca, imaginaria otros mundos en las nubes espesas, andaría descalza y me dejaría el cabello al aire, correría sin saber a donde, me acostaría en el césped, me resbalaría sobre mis ilusiones, me treparía en los árboles, me deslizaría sobre el tiempo en los patines del ensueño, y nadaría desnuda en los charcos de mis calles de luna, sin miedo a sentir de cerca la mirada de la perversidad.

Jugaría con las princesas diminutas, y con los niños de azúcar, con el can que habla, y con el oso que no muerde. Haría de las enredaderas mis palacios, y de las espinas las armas para esgrimir mis sueños. Sería medico de hormigas y maestra de orugas. Dormiría de nuevo abrigando el dolor de un ave herida y acunado el frío de la desnudez de un ratón sin madre.

Me emocionaría al escuchar un cuento, al ver un juguete nuevo, al sentir el viento sobre mi cuerpo, al acariciar el abrazo de mi padre, al ver la sonrisa de mi madre, las alegrías risueñas de mis hermanos, al tener un cachorro nuevo, al escuchar la voz de mi pájaro amigo, la música de mi grillo cantor.

Ay! Cuantas cosas haría que dejé perdidas un día entre los párrafos secos de mis capítulos yertos…
Cuantas cosas volvería a hacer contigo… mi yo niña, mi yo pequeña, mi yo que hace algunos años quiso jugar a ser mujer, y sin quererlo… en el camino se perdió en el cuerpo de una que le escribe hoy.

Mi yo, esa pequeña niña que aun me juega entre los columpios de mis sueños, esa parte esencial de mi que cuando menos lo espero, regresa navegando en sus barquitos de papel por los ríos de mi sangre, mientras me sonríe detrás de la sombra, recordándome con sus ojos de luz, que quizás… aun soy mas ella… la niña que juega a ser mujer… y no la mujer que un día quiso dejar de ser niña.

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