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Alma y Piel

Y me sigue jugando entre los ojos

<center><strong>Y me sigue jugando entre los ojos </strong></center> La niña que juega en mis ojos se encontraba un día recostada sobre mi retina, mientras se divertía jugando a las canicas con mis pupilas, y en su afán por introducirlas en mis conductos lagrimales… las perdió.

Un poco desanimada siguió su camino, cuando de momento se le ocurrió resbalarse por el tobogán que se formaba con mi nervio óptico, y sin pensarlo dos veces, se aventuro a volar en la caída…
Lo que no sabía, era que abajo la esperaban las profundidades del cristalino, así que, a ella, al no saber nadar… no le quedo más que sostenerse de los cuerpos ciliares que se extendían a su alrededor, para no ahogarse.

Logro salir ilesa, mas quedo entristecida… y mientras caminaba con la frente dolida, se encontró con un extraño personaje que aseguro llamarse Vítreo, quien la hizo sonreír con su gran humor, y de paso le presento a su buen amigo Acuoso que no dejaba de llorar mientras reía.

Estando más animada siguió su recorrido por la calle esclerótica, y cuando pensaba que su paseo transcurriría bien… sintió como las lágrimas humedecían su vestido nuevo, ese que tan delicadamente había tejido al trenzar una a una mis pestañas tupidas…

Entonces corrió, corrió a refugiarse de la lluvia bajo uno de los bordes que se formaba con mi parpado inferior, mientras esperaba que en el cielo, la tristeza dejara de llover...

Paro el llanto, pero al salir de su escondite observo como el dolor le había robado luz a mi mirada ahora enrojecida… y tuvo una idea!! A pasos agigantados, voló a buscar una cajita, que recordó… había encontrado en el camino, que decía estar provista de unas armas mágicas llamadas fotorreceptores, las que pensó le podrían ser útiles en su singular hazaña…

Por fin la encontró… y al abrirla se percato de que estos curiosos artefactos estaban divididos en dos grupos: unos llamados Conos y otros llamados Bastones.

¿Para que los podré usar?.- pensó!

Cuando de momento, vio como a lo lejos brillaba una extraña gama de colores, que su madre le había contado un día…se llamaba Iris..

Fue entonces cuando decidió intentar algo nuevo, … y así, con los bastones forjo un Arco que al juntarlo con el Iris, serviría para llenar de luz colorida el cielo … ya que era sabido, que formaban una pareja hermosa, y lograrían entonces iluminar la mirada caída de mis ojos dormidos.

La niña estaba feliz por su buena obra del día, y se sentía satisfecha de su andanza visual. De pronto sintió como sus propios ojos le pesaban, y claro! era normal… el cuerpo pedía reposo después de haber vivido tantas aventuras… así que se dirigió a su morada, esa cueva húmeda y calida que se formaba en la orbita oscura de mi ojo.

Se acostó, cerro los ojos, se cubrió del frío con la tela rosada de mi parpado superior… y durmió placidamente, mientras abrazaba con delicado cariño a su linda mascota…. un curioso acaro de las pestañas, al que la niña hacia llamar tiernamente… Demodex folliculorum.

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